13, Rue del Martínez Valero

Opinión | ELCHE CF

13, Rue del Martínez Valero

Jerónimo Tormo,

Enésimo, pero seguro que no último, lío en ‘13, Rue del Martínez Valero’. Los inquilinos de la planta noble del estadio franjiverde habitan, como los personajes de la célebre historieta creada por el cómico Francisco Ibáñez, en un absurdo bucle de despropósitos tan cómicos como surrealistas. El administrador, Carlos Pérez Pomares no ha dudado ni un solo instante para señalar la propuesta de convenio de acreedores del consejo de administración del Elche CF como “desfavorable o con reservas” ante la imposibilidad de llevarlo a cabo bajo el plan trazado por un grupo de dirigentes que vela más por los intereses de aquellos que les manejan, y con los que se reúnen a diferencia de otros acreedores, para ponerles la alfombra roja y allanarles un camino limpio de piedras y espinas.

Pérez Pomares no ha hecho nada que no sea ceñirse al sentido común y a la imparcialidad para desterrar ideas surrealistas, imposibles y ficticias. Su primer punto es tan lógico y tan legal como absurdo el haberlo planteado en una propuesta de acreedores de una empresa que se considera seria como el Elche CF. La mercantil no puede llevar a cabo una ampliación de capital en la que canjee deuda por acciones sin el consentimiento del Instituto Valenciano de Finanzas. Lo dice un contrato de prenda firmado entre IVF, Fundación y Club allá por el año 2011. Que quede lejos en el tiempo no significa que se deba olvidar, a pesar de los intentos de un Consejo que lo intenta sin éxito. El ente autonómico, a través de la Fundación, puede impedir por la vía legal que su participación accionarial quede diluida por debajo del 50’1%. Ya lo hizo en la última Junta oponiéndose a también una medida igual, pero parece que no acaba de entrar en la cabeza de Diego García. Es inviable, punto. Si a ello unimos que Pérez Pomares considera que el plan de pagos propuesto impediría que los acreedores cobrasen la totalidad de sus créditos generándose graves problemas de tesorería desde el próximo curso deportivo uno se pregunta a quién trata de beneficiar este Consejo que capitanea Diego García y al que le siguen en sus decisiones, por activa o por pasiva, todos y cada uno de sus consejeros en fila india, Ramón Segarra, César Nohales, Jaime Oliver, Francisco Sánchez y el nombrado por cooptación José Luis Maruenda; sin olvidar al secretario general, Juan Pascual, para lo bueno y para lo malo.

Además, el administrador concursal no se olvida, dentro del despropósito creado por el actual Consejo franjiverde, de la no inclusión de una cantidad tan importante como la que corresponde a la sanción de Bruselas. Parece que en el Club se ha optado por la táctica del avestruz, esconder la cabeza para evitar el peligro al no  verlo. Por mucha cabeza que se esconda bajo tierra Bruselas no desaparece y no deja de ser el grano, en salva sea la parte, que tanto incomoda al sentarse en la poltrona presidencial. La situación concursal ha cambiado, pasando de acumular un pasivo de 40 millones de euros a 45’5 millones de euros. Casi nada y tan tranquilos. Al menos, Pérez Pomares no ha tumbado todo lo que el Consejo ha propuesto, aunque casi. Una quita del 65%, con un año de carencia a cobrar en 10 años, no está mal; pero podría ser mejor una superior para que la propuesta fuera más viable. Algo que siempre ha defendido aquel que no comulga con las ideas del cónclave franjiverde, pero eso es otra historia.

Así se vive en ‘13, Rue del Martínez Valero’. Una casa en donde, a diferencia de ‘13, Rue del Percebe’ la realidad supera a la ficción y en donde, a falta de vecinos, algunos se suman olvidando que también tienen un rinconcito en el que habitar, esconderse y pensar. Que se lo digan a Manuel Illueca que ha catalogado el convenio de “suicida” siendo elaborado “desde la más profunda irresponsabilidad”. El director general del IVF no ha perdido la oportunidad de salir de la cueva en la que el consejo de administración le había metido, de momento, por creer que la venta estaba ‘chupada’. Ahora, la pelota está en el tejado del juez José Luis Fortea, él decide y tiene la última palabra. Obviar el trabajo del administrador concursal o dar luz verde al consejo de administración para seguir tejiendo un plan inviable.

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