Barakaldo

Elche CF | OPINIÓN

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Jerónimo Tormo,

Viernes, 22:45 horas. El Elche CF pierde 3-1 en el estadio Fernando Torres de Fuenlabrada. Cinco malditos minutos de pájara y caraja echan por la borda el trabajo de once meses, con tres de parón de por medio. Caras de desesperación y de desilusión. Qué ha pasado. Valía el empate pero el equipo franjiverde no ha estado a la altura. Menudo palo. De depender de tí mismo a tener que depender de tu rival.

No está el horno para bollos pero todos los días y sale el sol. Nadie puede vender optimismo como opio para calmar al pueblo, tampoco pesimismo injusto por haber llegado vivos al último partido que puede dar un billete para el playoff, cuando el curso empezaba con la permanencia como meta final. Partamos del realismo y del puro dato. Ganar y esperar. Nada nuevo que en el mundo del fútbol no se haya dado ya y que pueda volver a darse.

Mientras hay vida, hay esperanza. El Elche CF merece acabar la temporada exprimiendo sus posibilidades y manteniendo la confianza de su afición. Ganar es tan imprescindible, y necesario, como convertir la teoría en práctica. Yo creo, pero todos necesitamos hechos, no palabras. Olvidar Fuenlabrada y recuperar la sonrisa como aval para seguir peleando hasta que el cuerpo aguante debe ser la premisa de un grupo de jugadores que nos han regalado tantas alegrías como motivos para sentirnos orgullosos del trabajo y el esfuerzo.

Barakaldo asoma en el horizonte. Lasesarre todavía suena a Aromas Ilicitanos. Sólo los que peinan canas recuerdan el sueño hecho realidad, que ahora se invoca, que dio con un Elche CF que, desesperado y hundido siete días antes, resucitaba una semana después gracias a un delantero dibujado con trazos se gigante que se erigía como salvador franjiverde. Balón suelto en el área, como tantas ilusiones depositadas hace veintitrés años, para, de una patada certera, despejarlas y obrar el milagro.

Enric Cuxart y su eterna estampa, brazos al aire, son el símbolo al que ahora, más de dos décadas después, se vuelve a apelar. El espíritu de Barakaldo es el clavo ardiendo ante el que muchos nos ilusionamos. Nada tiene que ver lo que sucedió en tierras vascas con lo que sucederá hoy a caballo entre Elche y A Coruña pero el ser humano necesita brotes verdes a los que agarrarse y este es el más franjiverde que podemos soñar. Dicen que es algo que es gratuito, pues hagámoslo y que dure lo que tenga que durar. Bienvenido si sucede, y si no, orgullosos y agradecidos por haberlo podido disfrutar.

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