Elche CF | OPINIÓN
El fútbol no tiene memoria
Todo principio tiene un final, todo final tiene un principio. Fran Escribá ha dejado de ser el entrenador del Elche CF porque el fútbol no tiene memoria y debe reciclarse cada fin de semana para conseguir un objetivo al término de una temporada. El valenciano ha sido víctima de una forma de entender un deporte en el que impera el cortoplacismo y el resultadismo. Habrá quien considere que la destitución del entrenador que más partidos ha dirigido en la casi centenaria historia franjiverde en Primera División llega de manera tan justa como inmerecida, pero el verde no engaña y coloca cada acto en el lugar que le corresponde su consecuencia. El runrún innecesario ha acabado por ser el preludio de los acontecimientos y la ratificación la confirmación del cese. El valenciano ha caminado sobre el alambre durante las últimas jornadas y Bragarnik no es Sepulcre, como el Escribá de 2021 no es el Escribá de 2013.
El técnico ha muerto matando. “Uno puede comprar un club pero no el cariño de la gente, que es lo que me llevo”. Epitafio en el que el valenciano se despide con un regalo envenenado al que no hace tanto era el “Señor Bragarnik”. No debió de ser una conversación de despedida plácida para un entrenador que mide desde la mesura y la frialdad todas y cada una de sus palabras. No es la mejor forma de decir adiós. Igual que el valenciano sabe que tiene el cariño de la afición, también debe saber que mensajes como ese sobran no por el contenido, sino por la forma y el momento. Quizás sea el reflejo de lo que ha sido su vuelta a Elche y que en ocasiones tanto le ha costado comprender. El Escribá del presente no ha entendido la evolución de su Elche CF. Un club en el que ya no manda un presidente al que se podía permitir el lujo de señalar gracias a la fuerza de sus éxitos. No es elegante. Impropio… o no.
No hay mejor defensa en el fútbol que la victoria. El Elche CF 2021/2022 no ha sabido encontrar el camino para transformar la ilusión generada, con la configuración de una plantilla de nombres, en resultados sobre el terreno de juego. Trazar la línea que separe la responsabilidad de jugadores y de entrenador es tan subjetivo como la opinión de quien la dibuje. Lo fácil, coger el camino de en medio y cortar una cabeza en lugar de veinticinco. Tampoco Escribá ha hecho méritos para voltear una situación en la que de nada sirve defender el estilo de juego del valenciano si el valenciano no es capaz de conseguir triunfos con su estilo de juego. Escribá ha sido tan víctima de su pragmatismo y de su concepción del fútbol como de no saber destilar la presión de tener entre sus mimbres jugadores a los que no ha sabido hacer rendir sobre el tapete.
Sólo el tiempo dirá si el adiós de Escribá resuelve los problemas de este Elche CF y si el equipo, con el valenciano al frente, ha tenido un problema de conceptos grupales en lugar de una falta de aptitud individual para pelear por el objetivo de una permanencia menos sufrida que la del pasado curso. El mensaje de que el equipo compite se ha desmoronado con el peor traspié de la temporada. Un equipo puede perder cualquier partido que salte a disputar y luchar sobre el terreno de juego, lo que no puede hacer es perderlo de cualquier forma. El Elche CF hace jornadas que vive al margen de su realidad, con un estilo perdido y sin saber recuperarse para reencontrase consigo mismo. Dicen que un equipo es el reflejo de su entrenador y el de ayer fue la viva imagen de Escribá. Superado, sin reacción. Impotente y anulado. Perdido y derrumbado.
El adiós de Escribá pone punto final a la segunda etapa del valenciano en el Martínez Valero. El sabor de boca amargo que supone tener que cortar la cabeza al entrenador que puso la semilla del actual Elche CF con el regreso a la élite, un cuarto de siglo después, hace siete años no puede emborronar lo que ha sido el técnico para la historia reciente franjiverde. De su cincel han surgido las mayores alegrías que el Martínez Valero ha respirado durante las últimas campañas y tener que despedirse así, duele. Es la ley del fútbol. Una forma de entender la vida deportiva que sólo quien convive con la presión diaria del marcador puede, y debe, soportar para en cada caída levantarse y hacerse más fuerte.
El Elche CF dice hasta luego a Escribá. El tiempo hará olvidar la hiel de la destitución para reciclarla y dejar el recuerdo de un entrenador que se lleva el cariño de la afición. El recuerdo del valenciano es tan eterno como desagradecido. El fútbol, como la confianza, requiere de muchas horas para conseguir el éxito y de muy pocas para perderlo. Es el punto de equilibrio que lo equipara a la vida y que tantas veces convierte dar patas a un balón en bombear sangre desde el corazón a golpe de sentimientos. Pero el fútbol necesita evolución. Escribá no ha sabido recorrer el camino entre la ilusión y la presión, o al menos no ha tenido tiempo para aprender a hacerlo. El entrenador se marcha y ahora quedan los jugadores. Un grupo del que se ha escrito mucha teoría pero de práctica vacía. Es su momento. El cartucho de prescindir de un entrenador ya se ha quemado. El futbolista se queda sólo en primera línea.