Las cosas del querer y del poder
El Elche CF no saldrá de la zona de descenso esta jornada. Puede que no lo haga la próxima, puede que se vaya al parón por el Mundial de Qatar 2022 entre los tres peores equipos de Primera División. Puede que incluso ni salga y descienda. Todo puede pasar y será normal porque el Elche CF tiene esta temporada el objetivo de pelear por quedarse en la máxima categoría, como lo tenía durante las dos últimas campañas y puede o no conseguirlo. La realidad franjiverde es la que es y quien pensara que este curso deportivo iba a ser de brillantina y purpurina es porque no tiene ni pajolera idea de cómo se mueve este deporte. Que la situación sea esta no significa que se deba normalizar si el riesgo es caer en la complacencia. Simplemente se debe apretar más fuerte los dientes para darle la vuelta. No es agradable pero no por ello inesperado verte cerrando la clasificación. Y ya no entro en méritos o deméritos, profundizo en quién es el Elche CF y qué es la categoría.
Pensar distinto es un aire de grandeza tan absurdo como innecesario. Una situación que se debe asumir de manera estoica y con los pies en el suelo. Vallecas puede ser un punto de inflexión o un punto de no retorno. Cualquiera de las dos situaciones no va a ser determinante de cara al resultado final, pero si un claro ejemplo de que si en el fútbol sacas pecho siempre vendrá alguien a mojarte la oreja para que recuerdes de dónde vienes y a dónde quieres llegar. El Elche CF de Francisco es un equipo pequeño. Humilde y trabajador. Un equipo que o da el 101% o no gana un partido. A veces, incluso dándolo se marcha con el rabo entre las piernas. Pero hay que tener claro que el ADN franjiverde es sufrir, insistir y no siempre triunfar. Ni tanto ni tan poco, pensarán los jugadores que salten al verde vallecano esta noche. Y sí, tienen razón.
El fútbol te encumbra a los cielos tan rápido como te defenestra a los infiernos. Pasas del blanco al negro sin un gris intermedio porque la pasión siempre está muy por encima de la razón. Y ojo que nadie está salvando la precaria situación, en ocasiones vergonzosa imagen que ha llevado al conjunto franjiverde a estar donde está, porque su límite salarial sea el más bajo de la categoría. Lo fue hace dos temporadas y la pasada y el equipo demostró que el fútbol no siempre entiende de euros. Se trata de hacer memoria. De recordar, del latín recordis. Volver a pasar por el corazón como Eduardo Galeano refleja en su ‘Libro de los Abrazos’. De, como los antiguos griegos y romanos, situaban la mente en el corazón. De la dificultad de diferencias entre un sentimiento y un pensamiento. Porque esto es fútbol y el fútbol te hace olvidar y llevarlo todo al extremo.
El Elche CF vive inmerso en una mala situación. Nadie va a descubrir que el equipo franjiverde es el peor de Primera División por deméritos propios, pero la realidad objetiva es que los ilicitanos están a cuatro puntos de salir de zona de descenso, voltear el peor arranque liguero de su historia en la máxima categoría del fútbol español y maquillar su deficiente situación. Insisto, es objetivo. Los números mandan en el fútbol y los del equipo de Francisco son esos. Después entra en juego la otra realidad, la subjetiva. Esa que se distancia tanto, para bien como para mal, de la objetiva. La que te hunde cuando dices que quieres pero resulta que no puedes. El cambio de mensaje de Francisco se debate entre los objetivo y lo subjetivo, entre el querer y el poder, entre la realidad y la expectativa. Nadie puede quitarle un ápice de razón al entrenador almeriense cuando recuerda que el Elche CF aspira a conseguir la permanencia en Primera División, sin maquillar la pésima situación deportiva.
El problema es cómo, cuándo y dónde se puede conseguir ese triunfo que de oxígeno a la plantilla en la búsqueda de la meta. El Elche CF no sólo ha cosechado malos resultados durante las seis primeras jornadas de competición liguera, también ha acumulado sensaciones que son mucho más pobres que los propios marcadores con los que han terminado sus partidos y ahí es donde radica la gran duda del entorno. Querer no siempre es poder y el mensaje, aunque siempre puede ir encaminado hacia el querer a veces se pierde por el camino del poder. El discurso de Francisco se construye desde la esperanza de que las distancias entre el querer y el poder se hayan acortado durante las dos últimas semanas de trabajo extra que el parón ha concedido a los franjiverde. Una esperanza que muchas veces es un arma de doble filo cuando genera la ilusión de pensar que sí se puede pero que cuando la realidad es contraria supone un jarro de agua fría. Hay que decirlo, sin duda, pero sobre todo hay que hacerlo.