Elche CF | OPINIÓN
Piénsatelo Christian, piénsatelo
“Estamos jodidos”. Ninguna frase puede definir mejor la situación del Elche CF, más aún cuando el mensaje llega desde dentro del vestuario franjiverde. La derrota contra el Getafe CF ha abierto los ojos. No era necesario llegar a esta situación para hacerlo, pero el fútbol tiene sus tiempos y el tiempo pone a cada uno en su sitio. El regreso de Jorge Almirón ha sido la peor decisión que podía tomar Christian Bragarnik. Una jugada que sólo el propietario franjiverde entiende y que no le va a quitar la espina que se le quedó clavada hace veinte meses. Todo lo contrario. La herida sigue abierta. El dueño ha vuelto a tropezar con la misma piedra y su crédito como “persona de fútbol” ha menguado de cara a su afición. EDT ya no es EDT y su antojo puede salirle muy caro.
Todos los que queremos al Elche CF, y le deseamos de verdad y de manera altruista lo mejor, estamos viviendo un denigrante deja vu. Una pesadilla que estaba superada, pero que sólo la cabezonería de un dueño ha rescatado del olvido por la incapacidad de su gestión. Mucha labia, demasiada, pero no la suficiente para engañar a quien se quiere, no a quien se puede. Recuerdo a toda una legión de salva patrias inquisidores que ahora lloran lo que en su momento no supieron cuestionar. Compraron humo y el humo no es eterno. Desaparece y quedan al descubierto las vergüenzas. Así es el fútbol. Un ejercicio de hipocresía en la que todo depende de que el balón entre o no para reír o llorar. Pero ahora no. Ahora no queremos lecciones. Bragarnik está recogiendo todo lo sembrado. Cesó a un entrenador que agonizaba para contratar a un técnico muerto.
Almirón nunca podía ser la solución. El argentino está demostrando ser peor entrenador que el que aterrizó en Elche en 2020. Bragarnik pidió un voto de confianza. El entorno franjiverde se lo dio. ¿Cómo no hacerlo si lo que está en juego es el futuro en Primera División de un sentimiento? Pero el césped no engaña. Diluye todos los mensajes, que al más puro estilo de vendedor barato de crecepelo se pregonan en lo alto de un cajón en mitad de la plaza del pueblo. Ni madurez ni experiencia. Almirón comete los mismos errores que le llevaron a encadenar dieciséis jornadas sin ganar y que, ahora, por testarudez de Bragarnik, ya son veinte. Cada punto perdido por el camino ha traspasado la línea de la responsabilidad del cuerpo técnico para anidar en el despacho del propietario franjiverde.
El problema del Elche CF ha dejado de ser de matemáticas, y de que salgan o no las cuentas. Los seis puntos de diferencia que hay, a día de hoy, con la permanencia son pocos si se comparan con la quimera que supone remontarlos. La realidad supera la ficción. Es abismal. Más cuando el mensaje de Almirón se teje desde el ‘todo está bien’. Cero autocrítica, cero reacción. No puede haber solución si no se admite el problema. Sus palabras nos retrotraen a dieciséis jornadas en las que con la sonrisa y la teoría del mate un equipo no se salva del descenso. La derrota en Halloween refresca memorias. Almirón no se entera de lo que pasa en el terreno de juego y, menos aún, de lo que significa el Elche CF en la Sala de Prensa en lq eua se comunica con su afición.
Planteamiento, lectura de partido y análisis preocupan. El problema no son las preguntas, el problema son las respuestas. Hay un dicho que apunta que “donde no hay mata, no crece patata”. Viene a decir que “de dónde no hay, no se puede sacar”. Almirón no tiene la fórmula para voltear la situación. Ganará un partido, dos, tres a lo sumo; pero el penar de su Elche CF va a ser insoportable si no se toman decisiones. Su estilo hará sumar por casualidad, no por causalidad y el equipo necesita regularidad e ideas claras. No vaivenes en el campo en donde el jugador, ya de por sí limitado en calidad, se ve desprotegido sin las herramientas necesarias para romper una racha de doce partidos sin conocer el triunfo que ya da vergüenza y genera el rechazo de la grada, señalando culpables.
Preguntar “¿Cómo se resuelve la situación?” y no obtener respuesta es frustrante. Tanto como cuestionarle a Bragarnik por los motivos por los que ha perdido su buena fama entre su afición y que la respuesta sea “no haber podido armar el calendario”. Cara de tonto, caras de tontos. Quizás no interese dar respuestas o quizás no haya capacidad para darlas, pero ahora ya no importa. La pregunta ya no es cómo se resuelve la situación, la pregunta es cuándo cesará Bragarnik a Almirón. Hay tiempo para todo. Para reflotar y para hundirte, para reconducir el año del Centenario o seguir haciéndolo más negro. Pero todo pasa por una decisión que deje el capricho de un propietario en una nueva mala decisión. Sólo él puede. Bragarnik es el dueño del Elche CF y hace lo que quiere, como todos somos dueños de nuestras opiniones para hacer con ellas lo que queramos. Incluso cuestionarle. Piénsatelo Christian, piénsatelo.