Elche CF | OPINIÓN
Recapacitar, pensar y actuar
Palma no cerrará la herida. Una semana más, el Elche CF debe resignarse y asimilar que Primera División exige más de lo que el equipo franjiverde ofrece para poder ganar un partido. ¿Cuánto? Más. No sirve de nada tener a un delantero que marca la diferencia en la categoría si eres incapaz de poner el cerrojo a tu portería. Tampoco, recuperar al anhelado Edgar Badía si bajo palos el guión de aciertos y fallos se repite un fin de semana más. Menos todavía si Escribá plantea escenarios de partidos que los detalles echan por tierra para hincar la rodilla en el frío verde. La diferencia entre el éxito y el fracaso la vuelve a marcar una acción que barre con las ilusiones de toda una afición. Fútbol. Tan cruel como realista. Méritos contra deméritos.
El Elche CF ha entrado en un bucle de despropósitos que no surgen por generación espontánea. Es la pescadilla que se muerde la cola. Si llegas a un final de partido con la lengua fuera das vida al rival. Viendo lo de ayer en Mallorca, bastante premio tuvo el equipo con no llegar por detrás en el luminoso. Los franjiverde tienen un problema de juego. El método Escribá da para lo que da y por mucha plantilla de virtuosos que tengas, el valenciano no va a salirse del guión que tiene previsto antes, durante y después del partido. Ayer hubo momentos en donde correr tras el balón fue el mayor argumento de un equipo que merece tener alguna pretensión mayor.
El clavo ardiendo de las sensaciones ya ha hecho callo. Ha perdido valor sin resultados y eso Escribá lo sabe. No se puede vivir del pasado y el valenciano vive sus horas más bajas. El Elche CF de Sepulcre no tiene nada que ver con el Elche CF de Bragarnik. No hablo de conceptos deportivos, hablo de peso y poso a la hora de gestionar el día a día. La confianza se renueva cada fin de semana a golpe de victoria. Sin ella, estás perdido. Los errores individuales están decantado la balanza hacia el costado de la hemorragia de puntos perdido que se quedan en el limbo. El análisis cada vez se queda más obsoleto y la realidad aplasta. O Escribá espabila o su Elche CF se hunde. Apelar al “qué más se puede hacer” es esconder la cabeza como el avestruz. Los problemas requieren soluciones y el valenciano no las encuentra.
Escribá tiene la llave, pero debe volver a los orígenes. El valenciano se resiste y no lo entiendo. No hay una fórmula mágica pero si lo que hacías antes te funcionaba y lo que ahora haces no te funciona, no hay mayor misterio. Mientras, el entrenador prefiere explorar vías de complacencia en lugar de dar pasos atrás para retroceder sobre su propio camino. Ayer perdió algo peor que dos puntos, desde mi perspectiva. El técnico ha remolcado su voluntad a ese “runrún innecesario”, tomando decisiones que no comulgan con su idea de fútbol. Su miedo me preocupa más que sufrir un empate en el minuto 95. Los guiños a la galería suelen tener nefastas consecuencias cuando no crees en ellos.
Edgar Badía volvió a la titularidad. El catalán no va a apagar el debate de la portería de la noche a la mañana y tan justo como preocupante es que tenga el mismo tiempo que Kiko Casilla para equilibrar su balanza de aciertos y errores bajo los palos franjiverde. Su partido en Palma le define como le conocemos. Felino bajo palos, escaso en las salidas. Su titularidad debe de estar bien meditada por Escribá porque, siempre y cuando el valenciano tenga recorrido en el cargo, es el momento de Edgar. Significa que contra viento y marea su entrenador ha decidido depositar la confianza en él como una solución a un problema grupal, no como una solución a un problema individual. Muchos, y me incluyo, creemos que Escribá es la solución, no el problema pero una cosa es lo que digamos y otra lo que él haga. Toca recapacitar, pensar y actuar; si no, poca defensa va a haber.