Elche CF | OPINIÓN

Y mientras, Bragarnik en Argentina
El Elche CF de Jorge Almirón empieza a recordarme al de Alberto Toril. Pusilánime en el banquillo e impotente y cabizbajo sobre el césped. El mundo perfecto, ese que carece de autocrítica, del entrenador argentino asoma cada post partido como si de un déjà vu en bucle se tratara. El libro de estilo del 'A dónde vas, manzanas traigo' del técnico franjiverde ha pasado de ser aburrido a no ser creíble. Respuestas al alimón en donde juntar palabras y tópicos ha perdido ya todo sentido. Nadie cree en el discurso de un técnico que en lugar de cuestionarse sus ideas tácticas, arremete contra los jugadores para acabar con un "lo hicimos bien", mientras ellos son los primeros que se cuestionan los problemas que existen.
El fútbol le ha ganado la partida a Jorge Almirón. Un entrenador que nunca había perdido dos encuentros consecutivos en su carrera deportiva pero que en España, dónde dirige gracias a un permiso en forma de excepción de la UEFA, está descubriendo otros registros de sus dotes profesionales. El mensaje del argentino es tan pobre como su estadística. No ha sabido reciclarse y evolucionar en una categoría que se ha acabado comiendo el crédito del sudamericano. Verle sobre el césped, taciturno e indeciso, trae a la memoria un entrenador que manos en bolsillos envío al Elche CF a Segunda División B. Qué difícil y cuánto cuesta desandar lo andado y quedó fácil es volver a caer en la misma trampa.
Almirón no reacciona, y lo que es peor, Bragarnik tampoco. El Elche CF se ha acostumbrado a la excusa desde el atril de Prensa. Mientras el equipo se desangra perdiendo puntos durante las últimas trece jornadas, su entrenador sólo sabe pedir paciencia y fichajes. Lo primero es complicado para quien conoce el mundo del fútbol, lo segundo es difícil cuando quién debe mover ficha ha venido a Elche a hacer negocio. Paciencia es aguantar cada análisis que huele a rancio y que no casa con la realidad, paciencia es tener que soportar la imagen de un equipo que siempre ha peleado con sus debilidades y ahora está confundido por un entrenador que le ha contagiado su apatía y su conservadurismo. ¿Se ha ganado Almirón el derecho a pedir paciencia?
Y mientras, Bragarnik en Argentina. El dueño del Elche CF, o mejor dicho, el representante de futbolistas y abogado que firmó un acuerdo de compra venta con José Sepulcre a diez años para comprar a plazos (y no ha satisfecho el calendario programado a la segunda), se marcha para cuidar de sus intereses al otro lado del charco a una semana para que acabe el mercado de fichajes invernal. Qué más da, si luego se saca de la manga un fichaje y todos los que critican su inanición cambian de chaqueta entre aplausos deslumbrados por los fuegos artificiales. Bragarnik tarda en tomar decisiones. Darle la oportunidad a su representado de seguir en Elche es estirar el chicle en busca del beneficio y el interés propio, no el del Elche CF. Almirón ya ha demostrado qué puede y qué no puede hacer. Fichar puede ser la solución del equipo pero no la del entrenador.