Fútbol sala | ANÁLISIS
El coche de Guillamón se queda sin gasolina
El entrenador murciano renuncia al cargo ante los problemas que vive una sección de fútbol sala que se ha quedado sin pretemporada, por el tira y afloja vivido entre el Elche CF y la directiva del Esperanza Lag, obligada a dar un paso al lado
Si parpadeas te lo pierdes. Así es el deporte del fútbol sala, más aún en un Elche CF sala, que no tiene un gris intermedio entre el blanco y el negro. La sección franjiverde vive instalada en la herencia del tira y afloja que durante las últimas temporadas ha arrastrado y que, ahora deportivamente, está haciendo, paradójicamente cuando parece y se pregona que está todo solventado, más estragos que en tiempos de zozobra. La primera víctima tiene nombre y apellido, Juan Carlos Guillamón. El entrenador murciano ha leído la situación y ha presentado su dimisión. Falta de ilusión y fuerzas (dice el técnico), o inteligencia emocional y deportiva (digo yo) para descifrar que el futuro del equipo ilicitano no es tan halagüeño como se intenta vender de puertas hacia afuera. No hace mucho su coche, lleno de jugadores desde Murcia, cambió el rumbo de la sección. Ahora, se ha quedado sin gasolina porque la paciencia tiene un límite y para sufrir se sufre mejor en casa con los tuyos.
El inicio de curso ha estado dibujado por la enésima crisis en bucle entre las partes. Muchos señalan la falta de mano izquierda del Elche CF para dar su brazo a torcer hasta última hora. Mucho, diría yo, ha permitido la entidad del Martínez Valero cuando la experiencia siempre ha dictado que la sección franjiverde en contadas ocasiones ha cumplido con su palabra económica. Resumen, unas condiciones impuestas que han hecho pasar a la directiva del Elche CF sala por el aro de Patricia Rodríguez para que Patricia García asuma las riendas y el poder, como única interlocutora, mientras Ramón Segarra y sus acompañantes han dado un paso al lado, el tiempo dirá si definitivo o momentáneo. Ninguneo en toda regla y bajada de pantalones. Condiciones que han demostrado que la tirantez entre personas ha puesto zancadillas a un proyecto en el que se empezó a fichar y a configurar una plantilla sin el visto bueno del Martínez Valero, que es quien debe poner el dinero.
Tras el resumen llega la conclusión. No saber leer la situación deportiva de un equipo, que se ha quedado sin pretemporada hasta limar asperezas y flecos, ha sido el principal caballo de batalla con el que ha tenido que pelear Guillamón durante las semanas que ha durado su periplo al frente del grupo. Situaciones incomprensibles que, aún todavía, se siguen viviendo en el deporte del fútbol sala, tan dependiente de ayudas económicas, como atado de pies y manos cuando se es incapaz de cumplir compromisos. Haber jugado sólo un partido de pretemporada, con la temporada ya comenzada, es la punta del iceberg de una situación que ha acabado desbordando el vaso de la esperanza en que, otra vez y un año más a pesar de las trabas, con trabajo y mucho hacer de tripas corazón se pensaba que se podía volver a pelear por el sueño del ascenso a Primera División.
Tan imposible como épico, o utópico, porque el problema del Elche CF sala es el mismo cada temporada. Hay ocasiones en las que ocurren milagros pero no todos los días es fiesta y no todas las campañas se puede conseguir rizar el rizo, saltar las adversidades y los vicios del pasado, y plantarse en una final para ascender en Málaga. Esta es la realidad de un deporte que sólo salta a la palestra cuando se tiene que pelear por conseguir un ascenso o evitar un descenso. El día a día no importa y menos interesa mediáticamente. La realidad de una sección de un deporte minoritario que vive anclada en un pasado y unos errores que, aunque intenta corregir, siempre tocan a la puerta; sin olvidar la falta de acierto, y en ocasiones de tacto, en la parcela de comunicación que hace que cada vez haya más gente que conoce la forma de funcionar y tiene menos ganas de tender la mano ante el pronunciado yoísmo que se ha instalado en el Esperanza Lag.