Ejemplos para concienciar
Ser futbolista debe ser algo más que darle una patada a un balón. Ser futbolista te convierte en un modelo a seguir por centenares de miles de aficionados que cada fin de semana lloran y sonríen con los resultados que sus equipos les brindan sobre el terreno de juego. Ser futbolista conlleva una responsabilidad social y una repercusión en el entorno que no está al alcance de cualquier líder de opinión, ni tan siquiera el más valorado.
La crisis sanitaria del covid-19 ha levantado un muro entre el futbolista y el aficionado. Una barrera llena de reproches ante los que el sindicato de jugadores lleva meses sacando el capote y el estoque para torear la estigmatización que podían suponer los privilegios de disponer de test de covid-19, cuando gente que los necesita más no los tiene, o verse abocados a cobrar del Estado parte de los salarios, por ser incluidos en ERTE's.
El futbolista ha puesto sus cinco sentidos, durante una pandemia en la que se han tambaleado los cimientos de la sociedad, en romper la supuesta burbuja en la que vive. Ha habido una frase que se ha escuchado durante semanas alta y clara. "Somos personas, somos como cualquier ciudadano". Tienen razón y, pero no a la carta. El jugador no tiene la culpa de que LaLiga haya sabido moverse mejor que el Gobierno para dar soluciones. Tampoco de que los clubes que no se han sabido gestionar ante la época de vacas flacas, se acojan a medidas excepcionales ante las que el jugador, como cualquier trabajador, tiene derechos y obligaciones.
Por eso no entiendo que el futbolista quiera dar marcha atrás, con todo lo conseguido, y volver a su burbuja. A nadie le gusta estar en el centro de la diana y ser uno de los cinco positivos en covid-19 que el fútbol español ha registrado durante esta primera tanda de pruebas. Volvemos de nuevo al miedo a la estigmatización que hace que se quiera cuidar la identidad del profesional, amparándose en una Ley de Protección de Datos para empresas. El problema llega cuando nadie, con una repercusión mediática, ha estado a salvo de no ser publicado su nombre.
Queremos ser ciudadanos normales pero no queremos que se conozcan nuestros nombres, cuando hay personajes públicos de todo ámbito social mundial (políticos, actores, gobernantes...) que han apechugado con cada palabra que se ha dicho, desde el respeto, de sus situaciones personales. Dar positivo en covid-19 ni marca ni repudia, solo empuja a luchar para sanar lo antes posible y convertirse en un ejemplo más a seguir de que todos podemos salir de la enfermedad.
No hay mejor ejemplo para concienciar a la sociedad de la maldad de este virus que un futbolista que nos permita entender que, con todas las medidas de seguridad y cumplimiento de la pautas sanitarias, te puedes contagiar. Y qué decir de aquellos que, ya contagiados, no lo superan a pesar de su constante lucha personal. Ellos son la muestra de que no se puede conceder un solo centímetro de ventaja al coronavirus. Su testimonio es la mejor forma de darnos cuenta de que o nos aplicamos y responsabilizamos o el bicho nos va a ganar el partido.
Aprecio y valoro el mensaje de los jugadores del Real Betis. Juanmi, Alfonso Pedraza y Joel Robles, este último positivo en PCR y los dos anteriores con anticuerpos, han dado la cara cuando se necesita su testimonio. Han enviado un mensaje de prudencia. "Pese a salir siempre protegido y cumpliendo las normas de Sanidad, me contagié. Extremad las precauciones, el virus sigue ahí fuera". Es para quitarse el sombrero y aplaudir a rabiar. No hay que tener miedo a ser ejemplo de coherencia. Nadie va a estigmatizar a una persona que con sus palabras quiere ayudar.
En unos momentos tan duros en los que el más mínimo detalle cuenta hay que romper la burbuja, pero de verdad. A las duras y a las maduras. Que de boquilla es muy fácil. Hay que concienciar. Dejar el postureo de la fotografía fácil y con filtros, cuando la fotografía que se necesita es la de la cruda realidad del testimonio que haga abrir los ojos a quien todavía se cree que esto del coronavirus no va con él. Ese que se piensa que el aislamiento son unas vacaciones para trabajar desde casa y que, cuando todo acabe, le espera la cerveza en el bar con los amigos y el fútbol los domingos.