Árbitros y algo más
‘Pacheta’ ha explotado. El entrenador del Elche, siempre atento a las actuaciones de los árbitros, se ha cansado de morderse la lengua. Tampoco el burgalés es que lo haya hecho cada vez que ha habido una situación dudosa sobre el terreno de juego. Soria fue el punto de partida de unas quejas que, en mayor o menor medida, contra el Albacete han acabado desbordando el vaso. Ser el Elche en Segunda División ya no es lo que era. Equipo recién ascendido, de bajo presupuesto y conjunto fácil al que pitar. Bajo este repertorio de argumentos, ‘Pacheta’ ha ido llenando su folio, enumerando partidos contra Numancia, Mallorca, Extremadura, Alcorcón y el último disputado ayer contra los manchegos.
Lo que antes era un “los árbitros son humanos y se pueden equivocar” ha evolucionado al “no pido que acierten, exijo que acierten”. Un cambio radical de discurso que viene acompañado por haber sumado sólo un punto de los últimos doce disputados. Todos se juegan mucho en el mundo del fútbol, no sólo los equipos, incluso también los colegiados. El problema no es equivocarse en un sentido u otro, el problema es equivocarse en los dos. Milla Alvéndiz es reincidente. El árbitro ya demostró contra el Mallorca que su nivel para la categoría es discutible. Con el andaluz llueve sobre mojado y eso irrita más que con otros que también se han equivocado.
Ahora bien, ¿tienen la culpa los árbitros de que el Elche no encuentre el camino hacia el gol? No es casualidad que tras un primer tercio de competición liguera, estrenado el segundo, el equipo franjiverde haya dado bandazos entre la zona de permanencia y el descenso. Las limitaciones ilicitanas son tan propias como las decisiones arbitrales. Si el fútbol acaba equilibrando la balanza en aciertos y fallos arbitrales a final de temporada, también lo hará en méritos y deméritos deportivos. ¿Qué más puedo pedir a mis jugadores? ‘Pacheta’ se tiraba de los pelos ayer tras una amarga derrota que te deja cara de tonto por la forma en la que se produce pero restaba importancia a un claro penalti cometido por Neyder que podría haber apagado la luz. Esa es la balanza, la que te quita pero también te da.
El Elche fue ayer incapaz de marcarle un gol a un equipo que jugó en inferioridad numérica durante prácticamente una hora de partido. Quiso pero ni supo ni pudo. Se vio superado por el rigor defensivo de un rival que sabe a lo que juega y tiene la fortaleza suficiente para no perder la compostura. No se puso nervioso y pasó la ansiedad a su rival. El Elche tiró de corazón sin cabeza con cambios que no allanaron el camino, al menos hacia el empate. El resultadismo queda aparcado. El esfuerzo se debe recompensar y el franjiverde ayer estuvo a la altura, el problema está en que igual que los árbitros fallan, también lo hacen los jugadores y los entrenadores.