Sin deportistas no hay deporte
La crisis sanitaria del covid-19 puede marcar un antes y un después en muchos aspectos del deporte, sea cual sea su modalidad y sexo. Los últimos días están dejando una fría lucha de poderes entre quien mueve el dinero del negocio y aquellos que dan forma al negocio. No sólo se trata de fútbol, con el cruce de declaraciones entre LaLiga y AFE en donde se ha pasado del aparente entendimiento a los reproches y golpes bajos, también en balonmano han surgido las dudas en torno a si la RFEBM antepone las necesidades de las jugadoras a sus lógicos y entendibles intereses económicos; con comunicados en donde se pasa por el arco del triunfo charlas de tres horas.
No hace mucho, Raúl Martínez, taekwondista ilicitano clasificado para Tokio 2020, me decía de manera pública en una entrevista que en el deporte de alto nivel la salud del deportista es "relativa". Lo dice alguien que ha visto como los Juegos Olímpicos han tenido que seguir el camino de Eurocopa, Copa América, y otras tantas pruebas deportivas de golf, tenis, motociclismo o automovilismo; cediendo al ralentí ante el sentido común para echar la persiana y aplazar sus intereses extradeportivos ante lo que muchos pregonan cómo lo más importante a proteger durante estos días y semanas, la salud.
No se trata de generar polémica, porque creo que todos tenemos claro que el concepto 'salud' es la línea roja que marca la frontera. Se trata de recordar, explicar y concienciar. La propia competición liguera tuvo su amago de intentar regatear la prudencia y la responsabilidad agarrándose, ante las peticiones de los jugadores mediante la AFE de suspender definitivamente y no aplazar provisionalmente la competición, a las pautas marcadas por Sanidad. Con jugar a puerta cerrada era necesario hasta que no se pudo ni jugar. Anda que no costó decidir. ¿Se imaginan que aquel primer fin de semana se hubiera jugado sin público en la grada...?
En ese momento, la salud de los deportistas era tan importante como ahora porque, sin deportistas no hay deporte. Guste más, guste menos. Entiendo que en la vida siempre hay un proceso de aprendizaje y asimilación. Ya no salimos a la calle, como norma general, salvo estúpidos temerarios, y tampoco formamos aglomeraciones apocalípticas para comprar en supermercados. Nos hemos 'civilizado', pero porque quien no lo haga le tocan el bolsillo y eso pica más a alguno que la salud. Hablamos de volver a competir porque hay que trazar soluciones para resolver las situaciones para que, llegado el momento nada quede a la improvisación. Pero las soluciones se pueden buscar de muchas formas y, sobre todo, con muchas otras maneras que no destilen un tufillo a frivolidad.
No soy nadie para inmiscuirme en temas económicos, decisiones empresariales tomadas para cuadrar presupuestos o rebaja de sueldos de los jugadores. Hablar de dinero es siempre más fácil, sobre todo cuando no es el propio. Pero eso no quita opinar de, cómo a veces y no siempre, el deportista, sea cual sea su modalidad, parece que sea el que menos pinta en todo este berenjenal, llamado hoy coronavirus pero en otras ocasiones con otro nombre. Está bien que patronales y federaciones busquen soluciones pero, hacerlo en sintonía con los deportistas es mejor. O al menos sin cruce de declaraciones o guerras de comunicados. Qué igual, un día, la gallina de los huevos de oro se va y no vuelve.